Aprende a leer las etiquetas
Cada vez hay más personas que son conscientes de la importancia de los alimentos y los nutrientes en nuestro organismo y la influencia de los mismos en nuestro estado psicológico y en nuestra salud. Es por eso que cada vez hay más personas que optan por seguir una dieta saludable, junto a un estilo de vida activo. A raíz de eso, las grandes industrias de alimentos procesados han decidido adoptar directrices que satisfagan a esta nueva corriente.
Algunas industrias han decidido reformular por completo sus productos con ingredientes más saludables, otras han decidido crear líneas con sus productos más naturales y saludables. Sin embargo, la medida más adoptada hasta la fecha, es simplemente añadir en sus productos, ingredientes o nutrientes considerados saludables como por ejemplo vitaminas, minerales, ácidos grasos saludables o proteínas sin modificar el resto de sus ingredientes.
Es por eso que, en la mayoría de los productos procesados poco saludables actuales, en la parte frontal de su etiqueta puedes observar expresiones como «Enriquecido con omega 3», «+Calcio +Hierro”, “Fuente natural de vitaminas», «Con aceite de oliva que ayuda al correcto funcionamiento del corazón»…
Pero, ¿es realmente eso suficiente como para convertir un producto no saludable en uno saludable?
Lo más importante, la lista de ingredientes:
Sin duda, la parte más importante de una etiqueta nutricional a la hora de catalogar un producto como saludable o no, es el listado de ingredientes situado normalmente en la parte posterior de la misma etiqueta o en uno de los laterales.
En la parte frontal, únicamente encontramos información de los ingredientes o los atributos buenos/saludables de ese producto, por lo que podemos decir que es la parte donde la empresa hace el marketing de su producto para llamar la atención de sus clientes y potenciar sus ventas.
Sin embargo en el listado de ingredientes, por ley, las empresas están obligados a anotar tanto los ingredientes “saludables” como los que no lo son, por lo que si analizamos con detalle este listado podremos saber el origen real del alimento y valorar realmente si es tan saludable como lo promocionan.
Además, en la misma etiqueta también debe aparecer una tabla nutricional donde especifique la cantidad de grasas, grasas saturadas, carbohidratos, azúcares, proteínas, fibra, sal y vitaminas y minerales que contiene el producto en concreto por cada 100 gramos y por cada ración. Esta tabla nutricional tiene menos importancia que el listado de ingredientes, pero nos puede servir para valorar entre 2 productos muy parecidos cuál de los dos nos conviene más.
Errores comunes:
Uno de los errores más comunes a la hora de seleccionar un producto es únicamente fijarnos en la parte frontal de la etiqueta sin mirar ni los ingredientes ni la tabla nutricional.
Aparentemente este snack parece un producto algo más saludable que la gran mayoría de snacks presentes en el mercado ya que nos dice que ha sido elaborado a partir de chocolate negro y tan solo contiene 99 kcal. Además, viene acompañado de un marketing para potenciar ese efecto saludable.
Sin embargo, si analizamos los ingredientes y los valores nutricionales podemos ver como se trata de un producto muy parecido a los demás.
Si bien es cierto que contiene 99 kcal, eso es debido a que cada “barrita” son tan solo 20 gramos por lo que si miramos las calorías cada 100 gramos son prácticamente 500, igual que cualquier otra barrita. Además, dice contener chocolate negro, pero si miramos el primer ingrediente de ese chocolate negro es azúcar, por lo que la concentración de cacao como máximo será del 49%.
¿En qué debemos fijarnos?
Los 4 primeros ingredientes:
Todos los listados de ingredientes de los productos deben estar ordenados en función de la cantidad que hay de cada uno, por lo que el primer ingrediente que aparece es el de mayor cantidad y el último el de menor.
Es por eso que los 4 primeros ingredientes de un producto dicen mucho de la composición de este producto. Deberíamos optar por buscar productos que los primeros ingredientes sean naturales (presentes en la natura) o procesados mínimamente.
Los ingredientes de relleno:
En muchos de los productos presentes en los supermercados hay una larga lista de ingredientes que la mayoría de ellos son añadidos, sin tener relación alguna con el producto original. Los ingredientes añadidos más frecuentes son los azúcares, almidones, aceites, harinas y las lecitinas.
Si observamos, por ejemplo un fiambre de pavo del supermercado, que supuestamente debería ser pechuga de pavo y como mucho algo de sal y algún conservante, en la composición del mismo encontraremos ingredientes de relleno como proteínas de leche, almidón de patata, soja…
Los aditivos:
Las industrias alimentarias utilizan aditivos en sus productos para mejorar la textura, el olor, el sabor o la vida útil del producto. Los aditivos más utilizados son los colorantes, conservantes, antiaglomerantes, aromatizantes, acidulantes, edulcorantes, espesantes y saborizantes.
Por ley, todos los aditivos que lleva un producto deben aparecer en el listado de ingredientes, ya sea por su nombre de pila o por su número E. Es por eso que, observando la cantidad de aditivos que lleva un producto, podemos saber si ha sido muy procesado o no.
Si bien es cierto que no todos los aditivos afectan de igual forma a nuestra salud, cuantos menos aditivos tenga un producto, mejor.
Composición nutricional:
Una vez observados y analizados los 3 puntos anteriores, deberíamos fijarnos también en la composición nutricional del producto y de ésta, especialmente en la cantidad de grasas saturadas, azúcares simples y sal que aporta el producto. Como norma general, cuanto más bajas sean estas cantidades, mejor.
Hay que matizar que estamos hablando de forma genérica. Si bien es cierto que las grasas saturadas, los azúcares y la sal (sodio) son necesarias para nuestro organismo, con el tipo de alimentación que tenemos en los países desarrollados, estos tres nutrientes tienden a ingerirse en exceso.