Empezar no es fácil
El segundo artículo de nuestra colaboradora Dámaris Manuel Cortezón, ¿Cómo debemos comportarnos en el entrenamiento cuando estamos empezando?
En una escala del 1 al 10, mi capacidad de sufrimiento a día de hoy está en un 3. Mi cuerpo no es que me pida que baje la intensidad, mi cuerpo me dice “¡para o mueres!”, y mi pulsómetro lo corrobora.
Como ya conté en el anterior artículo, he estado casi tres meses sin poder correr por una lesión, y la vuelta está siendo dura. Con plantillas y zapatillas nuevas (que todo ayuda), pero igualmente dura. Entre 4 y 6 kilómetros por día a un ritmo muy bajo, con muchas molestias en el pie, pero decidida a seguir.
Y a eso iba. Cuando estás empezando a entrenar tu capacidad de sufrimiento, cuando aún no funciona bien… Es hora de tirar de motivación. Esa fuerza mental que dirige nuestro comportamiento hacia una meta. La gasolina del cerebro. Creer en tus posibilidades, estar seguro de que puedes.
El problema suele ser que queremos hacer grandes cosas, como correr una maratón, hacer 1 kilómetro en 3 minutos, o perder 5 kilos en dos semanas. Objetivos difíciles de alcanzar, y que nos tomarían mucho tiempo, por lo que a mitad del camino solemos desmoralizarnos, o lo que es peor, abandonamos.
Hay que fijarse objetivos asequibles a corto plazo, como aguantar una hora corriendo, aprender a hacer series para mejorar nuestra velocidad, o perder 200 gramos cada semana. De ésta manera, al ir logrando pequeños objetivos, nuestra motivación irá creciendo poco a poco, iremos fijándonos objetivos más ambiciosos y, por tanto, casi sin darnos cuenta, habremos entrenando nuestro cerebro para que cuando nos llegue esa señal de “¡Para!”, no paremos, pues nuestro gran reto estará ahí, mucho más accesible, mucho más real.
Sobre todo, mucha paciencia. Date al menos un par de meses para empezar a ver los primeros resultados. Si superas este primer periodo, no habrá quien te pare, te lo aseguro.
Como leí en alguna parte: “no es tu aptitud, sino tu actitud la que determina tu altitud”