La importancia del core

La importancia del core

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Hoy os traemos una nueva entrada sobre un tema muy utilizado en el ámbito deportivo, pero posiblemente mal empleado, como es el “core” y todo el trabajo que lo engloba.

 

Cuando hablamos del trabajo relacionado con este “grupo muscular” o “zona anatómica”, se hace referencia a la zona del abdomen y faja lumbar mayormente, pero también la podemos reconocer como el centro del cuerpo cuya musculatura que nos da estabilidad, propiocepción y equilibrio, entre otras capacidades deportivas cuando lo trabajamos de forma correcta.
 
Académicamente lo podríamos correlacionar como la zona sensoriomotora de estabilidad y activación muscular del tronco, ya que “core” es un término anglosajón.

 

Anatomía:

 

Según diferentes autores determinan, el “core” anatómicamente incluye las estructuras pasivas de la pelvis y la columna toraco-lumbar como sistema pasivo, además de la musculatura de tronco como sistema activo.
 
Akuthota y Nadler (2004) citan en su publicación, que dicha zona es una caja compuesta por la parte anterior abdominal, glúteos, y paravertebrales en la zona posterior, comprimiéndolo superiormente por el diafragma y cerrándolo interiormente por la cintura pélvica y el suelo pélvico. Kibler et all (2006) en cambio incluyen la columna, cadera y pelvis como estructuras óseas e incluyen la musculatura proximal de la extremidad inferior por su importante interacción entre “core” y movilidad de extremidades inferiores.
 
Otros autores en cambio, incluyen un cómputo más exhaustivo de su anatomía donde incorporan, transverso del abdomen, diafragma, multífidos, erectores, músculos del suelo pélvico, cuadrado lumbar, oblicuo interno y recto abdominal.

 

¿Es importante tener esta zona bien trabajada?

 
Pues bien, una vez conocida la anatomía, pasaremos a explicar el porqué de la importancia de este tipo de trabajo.
 
Mejora de la estabilidad: Este trabajo nos permitirá poder controlar la posición del movimiento del tronco por encima de las caderas y poder transmitir a las extremidades la fuerza suficiente para realizar tareas (kibler et al, 2006), por otro lado Leetun et all. (2004) nos explica que, teniendo este bloque activo y estable, nos permitirá tener un mejor control motor y por lo tanto mayor transmisión de fuerza y coordinación en el complejo lumbar-pelvis-cadera. Además si tenemos déficits de tono, esto puede afectar negativamente sobre todo a la extremidad inferior, provocando desde valgos de rodilla y problemas propioceptivos, creando así lesiones graves en rodillas y tobillos. El último punto importante sería el del rendimiento deportivo, sabiendo que nuestro centro de gravedad pasa por dicha zona, la mayoría de los movimientos nacen o transmiten la fuerza desde esta musculatura, así es que si no tenemos un buen tono predispuesto a actuar, las lesiones en deportistas por descompensaciones pueden aparecer en cualquier momento que se requiera fuerza o transferencia de ella para poder realizar cualquier gesto técnico.
 
Evita descompensaciones: Es conocido por diversos estudios que el ratio de musculaturas adversas han de estar compensadas para no tener déficits y problemas en las cadenas musculares, pues el “core” no es distinto a los demás, cuando encontramos a una persona donde la parte posterior padece una atrofia de la musculatura o debilidad, pueden conllevar a una lumbalgia, muchas veces estas lesiones con una compensación del trabajo abdominal y sobre todo con la ayuda de un profesional cualificado como puede ser un fisioterapia para estos casos, puede solucionarte el problema y darte unas pautas de trabajo para no volver a recaer.
 
Protege a los órganos: Una de las cualidades de esta zona, es la predisposición a la movilidad, no solo se puede mover en flexión y extensión, sino que además tiene rotaciones y flexiones laterales, este rango de movimiento es debido a que no tiene limitaciones óseas ya que tan solo se limita por la columna y finaliza en las costillas hasta llegar a la cadera. Esta parte anatómica es buena para la movilidad, pero nuestro cuerpo ha de realizar unas funciones vitales que las realizan unos órganos internos, algunos de ellos pasan por esta zona. Por lo tanto, la única forma que nuestro organismo tiene para proteger estos órganos, es una buena y trabajada estructura para evitar problemas ya que una de las principales funciones de los huesos en nuestro cuerpo, es la de protección además de dar estructura.

 
 

Bibliografía:

 
Calbet, F. L., & Calbet, C. L. (1996). Marco teórico-práctico para la correcta ejecución del trabajo abdominal (y II). Apunts. Educación física y deportes, 1(43), 25-41.
Dorado, C., Dorado, N., & Sanchís, J. (2001). Abdominales. Para un trabajo muscular abdominal más seguro y eficaz. Barcelona: Paidotribo.
Kibler, W. B., Press, J., & Sciascia, A. (2006). The role of core stability in athletic function. Sports medicine, 36(3), 189-198.
Akuthota, V., & Nadler, S. F. (2004). Core strengthening. Archives of physical medicine and rehabilitation, 85, 86-92.
Peña, G., Elvar, H., Ramón, J., Moral, S., Isidro Donate, F., & Mata Ordoñez, F. (2012). Revisión de los métodos de valoración de la estabilidad central (CORE). PubliCE Standard.
Vera-García, F. J., Barbado, D., Moreno-Pérez, V., Hernández-Sánchez, S., Juan-Recio, C., & Elvira, J. L. L. (2015). Core stability. Concepto y aportaciones al entrenamiento y la prevención de lesiones. Revista Andaluza de Medicina del Deporte, 8(2), 79-85.

 
 

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