Y tú ¿eres más de carne o pescado?
Hoy responderemos a una pregunta que os hacéis muchas veces y es la siguiente: ¿Qué es mejor, la carne o el pescado?
Por ello os hablaré de la composición y características de ambos, para que vosotros mismos podáis sacar conclusiones:
Composición promedio de la carne
Agua: 60-80%
Proteínas: 20-25%
Grasa: 1-2%
Hidratos de carbono: <0,2%
Esta sería de manera general la composición de la carne, pero hay que señalar por ejemplo que la cantidad de agua es variable según la grasa. Y que el contenido graso también es variable según:
– Especie y raza
– Edad y sexo del animal
– Alimentación que ha tenido el animal
Para que tengáis más información de su composición: Composición promedio de la carne de distintas especies (%):
También varía la composición en función de la parte anatómica que elijamos, considerando de manera general que las partes traseras tienen menos cúmulo de grasa que las partes delanteras.
Composición promedio del pescado
Agua: 60-80%
Proteínas: 17-20%
Grasa: variable en función del pescado ( magros <1, semigrasos 2-7, grasos 8-15)
Hidratos de carbono: <0,2%
Al igual que hemos comentado con la composición de la carne, la composición del pescado también varía entre las diferentes especies, edad, hábitat del pescado, época del año en la que se pesca, etc.
Composición promedio del pescado de distintas especies (%):
Resumen
Tanto en carnes como en pescados, la composición es variable. Pero podríamos decir que la carne tiene un mayor contenido proteico que el pescado, aunque las proteínas del pescado son más digeribles.
En cuanto a los lípidos, según el tipo de pescado puede tener un mayor contenido que la carne. Hay que destacar que el pescado tiene una elevada proporción de ácidos grasos poliinsaturados.
También hay diferencias en cuanto a la composición de minerales y vitaminas. En las carnes encontramos vitaminas del grupo B y minerales como el hierro. Y en el pescado encontramos vitaminas del grupo A y D, y minerales como el fósforo, potasio y calcio.
«Por lo tanto, ni uno es mejor, ni el otro peor. Lo importante es que tengamos un consumo adecuado de ambos, y que tanto uno como otro estén dentro de nuestra alimentación en mayor o menor medida según nuestras necesidades y objetivos nutricionales»